[Novela] Reencarné como el hermano mayor de la villana - Capítulo 19: ¡Mamá mintió!
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- Capítulo 19: ¡Mamá mintió!
Hacía una semana que Cain e Ilvalino habían empezado a utilizar el tiempo que tenían después de cenar para practicar el bordado. Diana entró en la habitación durante una de estas sesiones de práctica.
«¡Hemano! Por favor, juega conmigo».
En sus pequeños brazos llevaba un libro de dibujos, un peluche y una pequeña pizarra. Estaba totalmente preparada y esperando para empezar a jugar.
«Diana.», dijo Cain, «¿no estabas practicando tu bordado con mamá?».
Cain dejó su bastidor de bordado a medio terminar, se apresuró a acercarse a Diana y se arrodilló a su lado. La abrazó, con juguetes y todo, y luego le dio una palmadita en la cabeza y enterró la nariz en su pelo.
«Pero el bordado es aburrido…», dijo Diana.
Cain inclinó la cabeza hacia un lado, interrogante, y miró la expresión desinflada de Diana.
A Diana le había entusiasmado la idea de aprender a bordar con mamá. Como esposa de un duque, Elise siempre estaba ocupada y no tenía mucho tiempo para estar a solas con Diana. Siempre comían y tomaban el té juntas, pero Cain siempre estaba presente para eso, y papá también lo estaba a menudo.
En otras palabras, la práctica del bordado era un momento en el que Diana podía tener a mamá para ella sola. Estaba rebosante de entusiasmo y motivación para dar lo mejor de sí misma y recibir elogios de mamá.
Pero, por alguna razón, ahora…
«¿Bordar es aburrido?», preguntó Cain.
«Ella dijo que podíamos hacer dibujos en la tela, pero ahora, sólo son líneas rectas, líneas rectas. Eso es aburrido. Mamá mintió…», dijo Diana.
‘¡Mira cómo ha hinchado las mejillas! Dios mío, ¿no es adorable? En serio, es un ángel. Es linda hasta cuando está enojada, es un verdadero tesoro.’
Cain tenía estos pensamientos en la cabeza mientras se giraba y miraba a Ilvalino.
Ilvalino señaló a Diana con la barbilla, y respondió con una mirada que decía: ‘¿Por qué no te concentras en ayudarla?’
«Diana,», dijo Cain, «mamá no te mintió. Ven aquí».
«¿Mamá?»
Cain se levantó, tomó a Diana de la mano y la acercó a la mesa baja. Levantó un solo paño de la montaña de paños de práctica con hilo que los cruzaba y lo extendió para que ella lo viera.
«Mira,», dijo Cain, «tu hermano mayor ha bordado esto. ¿Puedes decir qué es?»
Era una tela en la que había practicado algunas puntadas básicas. Había trabajado con líneas curvas. Estaban dispuestas en un simple contorno, pero se podía distinguir una imagen.
«¡Un conejo con orejas cortas!», exclamó Diana.
«No.», dijo Ilvalino, «en realidad es un be… ¡Ay!».
«¡Eso es!» dijo Cain, «¡Es un conejo con orejas cortas!»
En realidad, era un oso que Cain había intentado bordar. Ilvalino estaba agachado, agarrándose la espinilla y murmurando detrás de Cain, pero éste lo ignoró.
Si Diana declaraba que era un conejo, era un conejo.
«Y aquí,», dijo Cain, «hay un conejo que tiene las orejas largas».
«¡Es el conejo del cuento!», dijo Diana.
El libro ilustrado titulado «¿Por qué los conejos tienen las orejas largas?» se había convertido en uno de los favoritos de Diana. En él, un conejo con las orejas cortas, después de muchas vueltas, acaba teniendo las orejas largas.
Diana había identificado el oso que Cain había bordado como el conejo del principio de su libro ilustrado.
«¿Cosiste eto, hemano?», preguntó Diana.
«Así es.», dijo Cain, «¡Y mira aquí!».
«¡Ah!» dijo Ilvalino, «¡Eh, no, para!»
Cain recogió otra tela de la mesa y se la mostró a Diana. En ella había un punto de cadena cosido con hilo grueso en forma de mariposa voladora.
«¡Mariposa!» exclamó Diana.
«¡Eso es!», dijo Cain, «Es una mariposa. Lo has descubierto. Eres realmente inteligente, ¿verdad, Diana? Sabes muchas cosas. Eso está muy bien. Ilvalino bordó ésta».
«¿Lo hizo Ilu?», preguntó Diana.
Mientras Cain seguía acariciando su cabello, Diana miró a Ilvalino con los ojos muy abiertos y redondos. Ilvalino apartó la mirada torpemente y murmuró: «Sí, lo hice, pero…».
Como nota al margen, Diana había empezado a llamar a Ilvalino «Ilu» desde que había vuelto a la mansión para empezar a trabajar como ayudante, y le habían dicho que dejara de llamarle «Hemano Ilu». «Ilvalino» le resultaba demasiado difícil de pronunciar, y como Madre Elisa lo llamaba «Ilu», Diana empezó a llamarlo también así.
«¿Ves?», dijo Cain, «tu hermano mayor e Ilvalino han estado haciendo dibujos en tela. ¿Por qué no intentas dibujar tú también con hilo, Diana?».
«¡Bien!» dijo Diana, «¡Di también va a hacer dibujos!»
«¡Sí!», dijo Cain, «¿Qué vas a dibujar, Diana? ¿Un conejo? ¿Tal vez un oso?»
«¡Conejo!»
«¡Muy bien! ¡Que sea un conejo!»
Cain apartó el soporte de libros que estaba frente a su asiento e hizo que Diana se sentara en el sofá.
Puso un paño blanco sobre la mesa e hizo que Diana sostuviera un lápiz de color.
«Primero, dibuja un conejo en la tela.», dijo Cain.
«¡Sii!»
Diana empezó a dibujar mientras tarareaba, aparentemente de buen humor.
Cain se sentó junto a ella y sacó su tela inacabada del marco.
«¡Hecho!» exclamó Diana, y le entregó la tela a Cain con orgullo. Cain la fijó en el marco y le devolvió el marco a ella.
«Aprendiste a hacer la costura pokey poke con mamá, ¿verdad?», preguntó Cain. «Esta vez, vas a coser pokey poke a lo largo de la línea que dibujaste».
«Coser en el dibujo, ¿verdad? No líneas rectas, líneas rectas, ¿vedad?», preguntó Diana.
«No tiene por qué ser recta.», dijo Cain, «También puedes desviarte un poco del dibujo. Sólo inténtalo, ¿de acuerdo?»
«De acuerdo.»
Diana sujetó la aguja con sus pequeñas manos y empezó a coser. Cain se aseguró de que no se pinchara los dedos con la aguja, manteniendo sus manos en los lugares correctos del cuadro y la aguja y guiando sus movimientos de vez en cuando. Al ver a Diana esforzarse y trabajar con tanto empeño, tuvo otro ataque de sobrecarga de ternura, echando la cabeza hacia atrás y soltando un suave chillido.
Con una puntada de correr inestable que se tambaleaba a lo largo de su boceto, el dibujo de Diana terminó siendo una imagen encantadora. Cain añadió una pequeña pajarita en el pecho del conejo e Ilvalino colocó unas pequeñas flores en los espacios de al lado.
Diana contempló con alegría esta obra de colaboración, que acabó llamándose «Un conejo elegante en un jardín de flores».
«El dibujo que hizo Di se convirtió en un cuadro real.», dijo Diana.
El conejo estaba bastante deformado, pero Diana parecía asombrada, y sostenía el marco de un lado a otro, mirándolo desde todos los ángulos y riéndose de cómo el cuadro estaba todo borroso por detrás.
«Mamá no mentía, ¿verdad?», preguntó Cain, mirando a Diana.
Ella puso una gran sonrisa y asintió.
«¡Voy a enseñárselo a mamá!», dijo Diana, mientras salía de la habitación con el marco en la mano.
Cain e Ilvalino observaron la puerta que ella había dejado abierta.
«Se ha llevado el marco con ella. ¿Qué tal si terminamos esta noche?», dijo Ilvalino.
«Sí. Hemos estado practicando hasta tarde demasiadas noches seguidas, de todos modos.», dijo Cain.
Cain le pidió a Ilvalino que le trajera la muda de ropa para la noche, después de todo, Ilvalino aún se estaba entrenando para ser un asistente de verdad. Se metió en la cama y cerró los ojos.
La habitación de Ilvalino era una habitación de servicio anexa a la de Cain, pero normalmente Ilvalino salía al pasillo y volvía a su propia habitación por el camino largo.
La puerta entre sus habitaciones estaba en realidad oculta y se disimulaba como una parte de la pared. En caso de emergencia, podía utilizarse como pasillo entre sus habitaciones, pero como ésta no era una de esas ocasiones, Ilvalino salió al pasillo.
Todavía quedaba un mes y medio para la reunión del bordado.
[Traducción: Teru~
Corrección: Teru~ ]