[Novela] Reencarné como el hermano mayor de la villana - Capítulo 4: Ilvalino
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- Capítulo 4: Ilvalino
Cain Elgrandark, el hijo mayor del ducado, era muy madrugador.
Siempre se levantaba dos horas antes del desayuno y salía a correr a lo largo del muro exterior de la finca.
Había empezado a hacerlo a los cinco años, y al principio no llegaba ni a la mitad del recinto, pero a los seis ya daba diez vueltas cada día.
Que conste que una vuelta era aproximadamente un kilómetro. Las fincas eran, en efecto, ridículamente amplias.
Al principio, le vieron los caballeros que patrullaban las instalaciones y trataron de detenerlo, pero él los ignoró y siguió corriendo. De alguna manera, acabaron uniéndose a él en sus entrenamientos matutinos.
Se hizo amigo de los caballeros, y ellos le enseñaron cosas como la defensa personal, el movimiento de pies durante una pelea y cómo esquivar los ataques. Cain llegó a un punto en el que, si se le daba la oportunidad, podía derribar a un adulto de muchas veces su tamaño e inmovilizarlo.
Como todavía era un niño y no tenía fuerza muscular, no se le enseñó a usar ningún arma.
Sin embargo, Cain Elgrandark fue bendecido con una excelente genética, y tenía un excelente cuerpo.
No es de extrañar, ya que fue diseñado para ser un pretendiente potencial para un juego Otome. A medida que estudiaba, Cain podía sentir que su forma de pensar se volvía más clara, y que su amplitud de conocimientos aumentaba.
Se aseguraba de repasar las lecciones anteriores antes de los exámenes, pero realmente no lo necesitaba. Cada vez que aprendía algo, era capaz de memorizarlo de forma inmediata y permanente.
Del mismo modo, cada vez que hacía ejercicio, podía sentir que su cuerpo acumulaba fuerza física, y captaba fácilmente todos los movimientos de judo que le enseñaban los caballeros.
A Cain le resultaba muy agradable ver los resultados directos de cualquier cosa que hiciera. Sería una mentira decir que a veces no deseaba tener un cerebro así en su antigua vida, durante los exámenes de ingreso a la universidad, pero como todo eso quedó en el pasado, alejó esos pensamientos de su mente.
También hoy hizo sus estiramientos previos y empezó a correr por la mañana. Su padre salía del castillo a primera hora de la mañana, por lo que los caballeros con los que Cain tenía amistad estaban ocupados con la apertura y el cierre de las puertas del castillo. Por lo tanto, Cain corría solo.
Era una mañana tranquila, y lo único que podía oír era su propia respiración jadeante y el canto de los pájaros.
Corría junto al muro de la parte trasera del recinto, en el punto más alejado de la puerta principal. Entonces oyó algo detrás de él, como si algo pesado hubiera caído y golpeado el suelo.
Pensó que podría haber caído un gato desde lo alto de la muralla, o que tal vez alguien estaba arrojando algo de basura en los terrenos del castillo.
Cain pensó entonces que podía ser el viejo jardinero que se había caído, así que dejó de correr y se dio la vuelta.
Allí vio a un chico vestido de negro con una tela que le cubría la cara, caído en el suelo.
Cain se acercó a él mientras seguía jadeando y tratando de frenar su respiración. El chico se puso en pie tambaleándose y, apoyando una mano en la pared para estabilizarse, empezó a intentar avanzar.
Cain acortó la distancia entre ellos con unos pocos pasos rápidos, y luego barrió los pies del chico por debajo de él, se sentó a horcajadas sobre él y le quitó la capa de la cara.
«…Ilvalino…»
Tan pronto como Cain había murmurado el nombre, los hombros del muchacho comenzaron a agitarse y a temblar, y miró a Cain con los ojos enrojecidos.
Ilvalino era uno de los posibles pretendientes, y era un asesino.
La Ruta de los Asesinos era el escenario más trágico posible, y en él, no sólo moriría Diana, obviamente, sino que también morirían todos los posibles pretendientes, además de Ilvalino.
Cain dejó que sus ojos se desviaran hacia arriba y hacia la izquierda, mientras trataba de recordar los detalles de la Ruta de los Asesinos. Trató de ordenar su memoria mientras permanecía a horcajadas sobre Ilvalino.
Si no recuerdo mal, la Protagonista e Ilvalino se conocieron cuando eran niños.
Ilvalino había fallado en un asesinato, y mientras huía al borde de la muerte, la Protagonista lo encontró y le aplicó los primeros auxilios, creo… Ilvalino se apoyó en este recuerdo infantil de su bondad como un pequeño consuelo para sobrevivir en un mundo tan duro, y cuando se reencontró con ella en la Academia de Magia, sus sentimientos de amor por ella se agitaron de nuevo.
‘Sí, lo recuerdo, ahora…’
«¿Estás herido?», preguntó Cain.
«…»
Ilvalino no respondía a ninguna de las preguntas de Cain. Mantenía su mirada fija en la de Cain como si fuera a admitir su derrota si apartaba la vista.
‘Ah… Si no lo encontraba aquí y ahora, ¿se habría arrastrado hasta algún lugar cercano a la casa del Protagonista? Es eso lo que habría pasado, ¿no?’
Si Cain lo dejaba ir en ese momento, se desarrollaría la escena en la que el Protagonista cuida a Ilvalino hasta que se recupera, y se formaría el recuerdo de la infancia que desencadena su amor por ella.
Como éste era el peor escenario posible, Cain pensó que debía hacer todo lo posible para evitar que la Ruta del Asesino avanzara.
«Oye, ¿tienes hambre?», preguntó Cain.
«…»
Ilvalino no contestó, como era de esperar. Cain suspiró, se levantó y se apartó, alejándose de Ilvalino.
Ahora que su cuerpo podía moverse libremente, Ilvalino saltó hacia Cain, pero como Cain había estado entrenando con caballeros, pudo esquivar a Ilvalino con facilidad, agarrarle del brazo y tirarle al suelo.
«¡Gyah!», gritó Ilvalino. Ni siquiera tuvo tiempo de prepararse antes de que su espalda cayera al suelo. Mientras se encogía de dolor, Cain levantó el brazo, puso la rodilla en el hombro de Ilvalino y dejó caer todo su peso sobre él.
«¡Agahhh!» gritó Ilvalino.
«Uy, culpa mía. No te preocupes, sólo te lo he dislocado y te lo volveré a acomodar más tarde», dijo Cain.
Cain levantó el otro brazo de Ilvalino, que no estaba dislocado, y se lo colgó sobre los hombros. Arrastró a Ilvalino a su casa, a la finca, sin más.
No había muchos criados paseando, debido a la marcha de su padre. Cain aprovechó y subió a Ilvalino a su habitación. Le quitó la ropa a Ilvalino que prácticamente gritaba «¡Mira, soy un asesino!», y le hizo ponerse la ropa más sencilla que encontró.
Debido a las heridas con las que llegó, así como al hombro dislocado que le hizo Cain, Ilvalino estaba empapado en un sudor frío. Cain lo recostó en su sofá y tocó una campana para llamar a un criado.
Cain le explicó al criado que, mientras corría, había encontrado a un chico herido frente a la puerta trasera, por lo que lo había traído para que recibiera atención médica. Al fin y al cabo, el deber de los nobles era ayudar a los necesitados.
La noticia pasó del criado a la criada, de la criada al mayordomo y del mayordomo a la madre de Cain, que finalmente llamó a un médico.
Ilvalino tenía una pierna rota, múltiples cortes pequeños, un hombro dislocado y hematomas en la espalda. El médico le recomendó que descansara un tiempo, le dejó unas medicinas y se fue a casa.
«¿Por qué me ayudaste?», preguntó Ilvalino, mientras miraba a Cain.
En el juego, tenía una voz grave y sexy, pero ahora mismo, su voz seguía siendo la de un niño pequeño. Cain evitó soltar una carcajada mientras pensaba que, después de todo, tenía sentido.
«Porque ayudar a la gente con necesidades es el deber de un noble.», dijo Cain.
Ilvalino descansaba en la cama de Cain. Su madre le había dicho a Cain que esperarían a que su padre volviera para poder discutir qué debía ser de Ilvalino.
El juego nunca mencionó a quién había fallado Ilvalino en esta ocasión. Sin embargo, el juego explicaba que, desde que tenía uso de razón, Ilvalino había sido educado como asesino y no tenía reparos en matar. Hasta que experimentó la bondad que le mostró el Protagonista. Después de eso, siguió matando gente, pero con un corazón torturado y conflictivo.
«¿Has oído alguna vez la frase ‘La compasión no es un regalo para los demás’? Significa que toda la amabilidad que muestres a los demás te será devuelta por la gente que te muestre amabilidad, algún día», dijo Cain, sentándose en el borde de la cama y mirando a Ilvalino.
«Te ayudé para que un día se me devuelvva y acabará ayudándome a mí», dijo Cain
«No lo entiendo…» dijo Ilvalino
«No pasa nada si no lo entiendes. Descansa un poco, por ahora. Cuando te despiertes, podemos comer algo juntos», dijo Cain, cubriendo los ojos de Ilvalino con la mano.
Ilvalino no pudo evitar cerrar los ojos cuando una mano se los cubrió, e inmediatamente cayó en un profundo sueño.
[Traducción: Teru~
Corrección: Teru~ ]