[Novela] Reencarné como el hermano mayor de la villana - Capítulo 6: ¿Por qué los conejos tienen las orejas largas?
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- Capítulo 6: ¿Por qué los conejos tienen las orejas largas?
Habían pasado tres días desde que Cain llevó a Ilvalino desde el patio trasero de la mansión Elgrandark.
Sus magulladuras y cortes se habían curado hasta el punto de ser casi imperceptibles, pero su pierna rota seguía inmovilizada, por lo que aún no podía moverse por sí mismo. Ilvalino se sentó en el sofá de la habitación de Cain y se quedó dormido.
Cain estaba en la sala de piano, recibiendo clases de su profesor de música.
Ilvalino había pensado que los niños de las familias nobles vivían mimados, comían bocadillos, jugaban y dormían la siesta todo el día, pero Cain se mantenía tan ocupado que las ideas previas de Ilvalino se habían desvanecido por completo.
Cain se levantaba temprano para correr alrededor de los terrenos de la mansión, y después de desayunar, estudiaba aritmética, historia, lenguas extranjeras y otras materias. A continuación almorzaba, seguido de clases de baile o de tocar instrumentos musicales como el violín o el piano. La hora del té era la siguiente en el programa, y luego la formación básica en magia. A continuación, volvía a dar vueltas por el recinto hasta la cena.
Siempre que tenía un momento libre entre los puntos de su agenda, sacaba tiempo para saltar con su hermana pequeña o ir a ver cómo estaba Ilvalino y hablar con él mientras no podía moverse.
‘¿Qué demonios le pasa a este chico?’
Cain se mantenía tan ocupado que Ilvalino no encontraba ninguna oportunidad para investigar cómo Cain conocía su nombre y que se había forjado como asesino.
Al principio se enteró de que Cain tenía seis años como él, pero mientras Ilvalino podía explicar su propia personalidad extraña con su peculiar crianza, Cain era simplemente el hijo de un noble. A Ilvalino le extrañaba que Cain pareciera demasiado maduro para su edad.
Cain tenía tiempo para hacer lo que quisiera después de la cena. Ilvalino pensaba que hoy tendría que presionar a Cain para obtener respuestas. Estaba elaborando un plan en su cabeza sobre lo que debía preguntar a Cain y cómo, cuando la puerta de la habitación en la que estaba se abrió con un fuerte portazo.
«¡Hemano Ilu! Te voy a leer un libro».
Como de costumbre, Diana había irrumpido de repente, sin llamar a la puerta. Se acercó al sofá y empezó a dar ligeros golpes en el muslo de Ilvalino, instándole a hacer un poco de espacio para sentarse.
Era un sofá espacioso de tamaño adulto, pero estaba hecho para una persona, así que cuando se sentaban dos personas, aunque fueran dos niños, resultaba bastante estrecho.
Incluso después de que él le dijera que se sentara en el otro sofá, ella siguió dándole palmadas en el muslo hasta que cedió. Ilvalino suspiró y se movió hasta el borde del sofá.
Después de arrastrarse hasta el sofá, se acomodó en el espacio que se le había creado y colocó el libro que había traído sobre sus rodillas.
«Hemano está ocupada con el piano, y hemano Ilu no está haciendo nada ahora, ¿verdad? Di te leerá un libro.», dijo Diana.
Quizás le resultaba demasiado difícil pronunciar «Ilvalino». Empezó a llamarlo «Hemano Ilu» al poco tiempo de conocerlo. La primera vez que la llamó así, Cain miró con una expresión como si la destrucción del mundo hubiera ocurrido un millón de veces y dijo: «Pero si soy el hermano mayor de Diana…» Le dijo a Diana que llamara a Ilvalino de otra manera, pero le entró por un oído y le salió por el otro, así que después la dejó en paz al respecto.
Cain llamaba constantemente ‘adorable’ a Diana, pero desde el punto de vista de Ilvalino, Cain y Diana eran casi idénticos. Ilvalino pensaba a menudo mientras observaba a Cain: ‘¿Qué eres un narcisista?’
«O… o… el tiempo… es… era».
Diana estaba leyendo el libro para Ilvalino, pero aún no había aprendido todas las palabras básicas, por lo que se saltaba las que no conocía, y acababa por no tener ningún sentido.
Aun así, mientras la observaba hacer lo mejor posible con las frases, trazando las palabras con el dedo, Ilvalino no pudo evitar pensar que parecía dulce e inocente.
«Dámelo.», le dijo Ilvalino, «yo lo leeré.»
«Hace mucho, mucho tiempo, los conejos tenían las orejas cortas, las serpientes tenían el cuerpo corto y los caballos tenían el cuello corto. Un día, un conejo fue a un lago…»
Diana miró el libro con seriedad, y cuando Ilvalino dijo «Conejo», ella señaló el dibujo del conejo, y cuando él dijo «Serpiente», ella señaló la serpiente.
Mientras señalaba las flores y los animales, Ilvalino se dio cuenta de que ella no dejaba de mirarlo a la cara. Él suspiró suavemente.
Cada vez que Cain leía un libro para Diana y ella señalaba los dibujos correspondientes a las palabras que él decía, Cain la elogiaba. «¡Eso es! ¡Ese es el Sr. Conejo! Diana, eres muy lista. Sabes cuál es el Sr. Conejo, ¿verdad? ¡Qué inteligente!» La elogiaba sin cesar.
Cuando Ilvalino había visto a Cain leer un libro para Diana, se exasperaba por la lentitud con que avanzaba la historia.
Ilvalino sabía que ella esperaba que la elogiara, y no dejaba de mirarlo para ver sus reacciones, pero Ilvalino no tenía intención de interrumpir la historia para elogiarla.
«…Y así es como las orejas de los conejos, los cuerpos de las serpientes y los cuellos de los caballos acabaron siendo tan largos. El fin».
Ilvalino cerró el libro con una palmada.
Diana parecía algo abatida.
La culpa es suya por elogiarla demasiado
Ilvalino se había empecinado en leer todo el libro de un tirón, sin pararse a hablar con Diana ni un solo momento. Se sentía un poco mal por ello, y por eso se convenció de que la culpa debía recaer en Cain.
«Uhh… Aquí hay una pregunta para ti. ¿Por qué los conejos tienen las orejas largas?»
«¿Eh?»
Ilvalino la interrogó sobre el contenido del libro para distraerla de su consternación.
«Los conejos tenían las orejas cortas al principio de la historia, pero al final las tenían más largas, ¿no? ¿Por qué?»
«¿Por qué?»
«No te límites a repetirme la pregunta».
Tal como pensaba, está tan concentrada en señalar el vocabulario que ni siquiera está escuchando la historia…
Ilvalino frunció el ceño y Diana puso cara de preocupación. Empezó a subir y bajar los brazos por delante de su cuerpo, alterada.
Ilvalino suspiró y dijo: «Lo leeré de nuevo desde el principio, así que esta vez, escucha atentamente la historia.» El rostro de Diana adoptó una expresión grave y asintió con la cabeza hacia arriba y hacia abajo enérgicamente.
Volvió a abrir el libro que acababa de cerrar y comenzó a leer de nuevo, desde el principio.
«Hace mucho, mucho tiempo, los conejos tenían las orejas cortas…».
Diana se dio cuenta de que sus libros ilustrados tenían tramas, y después de eso, no le rogó a Cain, sino a Ilvalino que le leyera libros. Cuando Cain se dio cuenta de lo que había pasado, se quedó mirando a Ilvalino con una expresión como si un oráculo le acabara de profetizar el fin del mundo. Se enfurruñó y se acostó pronto, e Ilvalino perdió la oportunidad de interrogarlo.
Diana empezó a tratar de entender la trama en lugar de identificar palabras sueltas cada vez que leía, y empezó a hacer progresos en sus estudios. La nodriza de Diana y su madre le dieron las gracias a Ilvalino, y a pesar de que era un chico misterioso con un pasado no identificado, le ofrecieron un trabajo en la mansión.
[Traducción: Teru~
Corrección: Teru~ ]